Cuentos completos by Truman Capote

Cuentos completos by Truman Capote

autor:Truman Capote [Capote, Truman]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ficción, Relato, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2003-12-31T16:00:00+00:00


[Traducción de Juan Villoro]

LA GANGA (1950).

Varias cosas de su marido irritaban a Mrs. Chase. Su voz, por ejemplo: era como si siempre estuviera pujando en una partida de póquer. Era exasperante escuchar la apatía con que arrastraba las palabras, sobre todo cuando hablaba con él por teléfono, como ahora, estentórea de emoción ella misma.

—Pues claro que ya tengo uno, ya lo sé. Pero no lo entiendes, querido…, es una ganga —dijo ella, recalcando la última palabra, y luego haciendo una pausa para que su magia obrase efecto. Por toda respuesta obtuvo silencio—. Oye, podrías decir algo. No, no estoy en una tienda, estoy en casa. Viene a comer Alice Severn. Es de su abrigo de lo que intento hablarte. Seguro que te acuerdas de Alice Severn.

Su memoria porosa era otro rasgo irritante, y aunque ella le recordó que en Greenwich habían visto muchas veces a Arthur y a Alice Severn y que, de hecho, les habían invitado a casa, él fingió que el nombre no le decía nada.

—Da igual —suspiró ella—. De todos modos, sólo voy a ver el abrigo. Que comas bien, querido.

Más tarde, cuando estaba enredando con las ondas exactas del pelo ya retocado, Mrs. Chase reconoció que en realidad no había ninguna razón para que su marido guardase un recuerdo perfectamente claro de los Severn. Lo comprendió cuando trató de evocar una imagen de Alice y sólo vio una borrosa. Ahora casi la tenía: una mujer sonrosada, larguirucha, que aún no había cumplido los treinta años y siempre iba en una ranchera, acompañada de un setter irlandés y de dos niños preciosos, pelirrojos tirando a rubios. Decían que su marido bebía; ¿o era ella la bebedora? También se les consideraba un riesgo a la hora de concederles un préstamo; al menos, Mrs. Chase recordaba que una vez había oído hablar de deudas increíbles, y alguien, ¿no fue ella misma?, había descrito a Alice Severn como un poco demasiado bohemia.

Antes de trasladarse al centro, los Chase tenían una casa en Greenwich, lo cual era una lata para ella, pues del barrio le disgustaba el atisbo de naturaleza y prefería el pasatiempo de los escaparates de Nueva York. En Greenwich, una y otra vez encontraban a los Severn en un cóctel, en la estación de tren, y ahí quedaba la cosa. Llegó a la conclusión, no sin sorpresa, de que ni siquiera eran amigos. Como ocurre tantas veces cuando oyes hablar de repente de una persona del pasado, y de alguien conocido en un contexto distinto, le había sobresaltado una sensación de intimidad. Al pensarlo mejor, sin embargo, parecía extraordinario que Alice Severn, a quien no había visto desde hacía más de un año, la llamase para ofrecerle un abrigo de visón.

Mrs. Chase pasó por la cocina para ordenar un almuerzo de sopa y ensalada: nunca se paraba a pensar que no todo el mundo estaba a dieta. Llenó de jerez una licorera y se la llevó al salón. Era una habitación de un vivo color verde cristal, algo parecido al de su gusto demasiado juvenil para la ropa.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.